Sobre la banalización de los consumos de sustancias y sus riesgos
Caso #ChanoCarpentier
Mucho se está escribiendo y hablando sobre la Ley Nacional de Salud Mental y Adicciones, Ley 26.657, en estos días a partir de la situación sufrida el pasado fin de semana por el artista Chano Moreno Charpentier. Una crisis relacionada con la salud mental que se resuelve de manera violenta con la intervención policial. Esto encierra una gran cantidad de interrogantes y cuestionamientos sobre la implementación de la mencionada ley, sus reales alcances, su capacidad de resolver situaciones de extrema gravedad en el campo de la salud mental y, básicamente, de abordar situaciones relacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas.
Si bien nos parece un debate necesario para la sociedad, hoy queremos poner el foco sobre algunos temas puntuales que generalmente quedan invisibilizados.
Por una parte, la construcción de un sentido común en relación a las drogas que banaliza y minimiza el riesgo que implica su consumo. Desde los debates sobre la reforma de la ley 23.737 en adelante, se han instalado en el sentido común nociones por lo menos confusas sobre el consumo de sustancias. En el afán de salir de un modelo que demoniza y plantea una visión extremadamente reduccionista y moralista de las drogas -modelo que también venimos cuestionando por su inoperancia y anacronismo-, se propone un modelo que desproblematiza los consumos de drogas, minimiza sus riesgos, naturaliza sus prácticas y se asocia a una visión “progresista” sobre el tema.
Todo esto trae aparejado una serie de dificultades que impactan de manera negativa en la sociedad, en las familias que padecen situaciones críticas relacionadas con las drogas, y en el desarrollo y fortalecimiento de instancias de prevención y tratamiento. En efecto, registramos en forma creciente situaciones de familias que no saben a dónde recurrir, no tienen acceso a información adecuada sobre los problemas relacionados con las drogas y los recursos disponibles para solicitar ayuda. Esto se agrava aún más cuando se trata de situaciones críticas como la que hoy sale a la luz. Si con una persona conocida y muy vinculada a los medios ocurren abusos de estas características, es factible creer que con personas con menos recursos y sin ningún poder social real la situación puede ser -y de hecho lo es en muchos casos- infinitamente más cruel y dolorosa.
Se pierde de vista el carácter particular que asumen las problemáticas relacionadas con el consumo de sustancias ya que se diluyen sus características específicas dentro del marco más general de la salud mental y de esa manera no solo se conforman discursos poco consistentes con la realidad y poco claros en términos de información. Por ejemplo, se hace referencia al hospital general como efector de servicios de atención en adicciones, cuando la experiencia real de las familias es que el sistema público no solo no aloja esta problemática, sino que en la mayoría de los casos la expulsa.
A esto debemos agregar que uno de los efectos más graves de estos discursos sobre las drogas y de este proceso de banalización de los consumos de drogas, es el paulatino deterioro de la red de organizaciones de la sociedad civil especializadas en atención a las adicciones debido a que no terminan de ser reconocidas e incluidas adecuadamente en el marco legal vigente. Lo cual debería ser motivo de preocupación, ya que actualmente un muy alto porcentaje de la demanda real de tratamiento por adicciones se canaliza por estas organizaciones. La desaparición de esta red o su precarización extrema abre la puerta al fortalecimiento de las pseudo organizaciones que trabajan en forma clandestina e ilegal haciéndose llamar Comunidades Terapéuticas cuando en realidad son estructuras que funcionan al margen y en contra de la ley, sin que el estado tome partido al respecto y con un gran perjuicio para las personas y las familias que caen en sus redes.
Es urgente e indispensable repensar algunas cuestiones y construir alternativas terapéuticas sólidas y confiables, donde el Estado articule sus recursos con la sociedad civil, como una forma de potenciar lo mejor da cada espacio.
FONGA – Federación de Organizaciónes no gubernamentales de la argentina para la prevención y el tratamiento del abuso de drogas-.
JULIO 2021
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